Al Enviado Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para Birmania, Ibrahim Gambari, se le concedió una visa a fin de que conversar con el gobierno birmano.
Luego de tres días pudo entrevistarse con máximo jefe de la Junta Militar, general Than Shwe y también le fue permitido hablar con la premio novel de la paz, que lleva doce años en arresto domiciliario, Aung San Suu Kyi. Líder del grupo de oposición la Liga Nacional por la Democracia, que ganó la última elección, en 1990, cuándo los resultados fueron ignorados por la Junta.
Gambari entregará su informe a ONU el viernes 05 de octubre.
Menos de 24 horas después que Bambari abandonara Birmania el Ejército llevó a cabo otra oleada de detenciones en plena noche. Los soldados registraron numerosas casas cercanas a la pagoda sagrada de Shwedagon, epicentro de las protestas dirigidas por los monjes budistas, y se llevaron a muchos de sus inquilinos.
La UN ha declarado que aumentará las restricciones a Birmania, pero analíticos piensan que estas medidas no surtirán verdadero efecto.
Sin embargo los países vecinos de Birmania, India, Japón y China, mantienen la posición de o interferir.
Los gobiernos de China e India son los que pueden hacer alguna presión sobre los militares birmanos, porque son los principales socios comerciales de Myanmar. En este caso habría que agregar a Japón, porque es el país que más invierte en ayuda humanitaria en el vecino asiático. En el caso de Tokio, el ministro de Asuntos Exteriores, Masahiko Komura, calificó la muerte del periodista Kenji Nagai como un hecho "extremadamente lamentable".Japón se niega a que se apliquen sanciones contra la Junta Militar de Myanmar y ha prometido enviar a "un alto funcionario" para tratar de que el régimen castrense escuche las preocupaciones y demandas de la comunidad internacional.China ha proclamado que se trata de "un asunto interno" y lo máximo logrado hasta ahora es que el primer ministro, Wen Jiabao, manifestase que está "muy preocupado con la actual situación", en una conversación telefónica con su homólogo británico Gordon Brown. Nueva Delhi tampoco desea que se apliquen sanciones contra los militares, mientras Moscú las califica de "contraproducentes".Ante este cuadro de "comprensión" y medios silencios de los vecinos, no resulta nada extraño que los militares hayan decidido aplastar el movimiento por medio de la fuerza, que hoy la principal pagoda de Yangon sea un cuartel militar, y que decenas de monasterios hayan sido allanados y saqueados por los uniformados.
Sin acceso por medio de Internet y con una severa restricción de las conexiones telefónicas, a las organizaciones de derechos humanos se les está haciendo cada vez más difícil determinar qué está ocurriendo adentro de Birmania.
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