NOTAS RÁPIDAS SOBRE LA EXPOSICIÓN PLÁSTICA DE ULISES URRA.
por Liz en su blog personal pAladeOinDeleite (Narradora, poeta, performista, artista visual. Vive en La Habana).
Exposición "Fuera de nada"
Artista Plástico: Ulises Urra
Galería 23 y 12.
"El verdadero arte tiene el poder de ponernos nerviosos."
Susan Sontag
Galería 23 y 12. Dentro.
Desde la puerta del local un custodio, de pie y posicionado en el paso de la entrada, hace obligatoria la petición de un permiso de acceso. Es 23 y 12, la galería probablemente menos visitada del circuito de galerías oficiales del Vedado. Poco asidua la farándula y la nata del arte en La Habana a veces estas andan juntas, a veces sólo revueltas es este espacio sin aire acondicionado, deplorable infraestructura y deficiente atención al público interesado, un sitio donde al entrar el lugar de la exposición se confunde con otros espacios interiores, suerte de intertextualidad que no corre por cuenta del artista . Un cubículo preparado aparentemente para la venta de pequeños cuadritos y serigrafías de artistas plásticos archiconocidos, inexplicablemente cerrado al exterior, presenta su parte trasera abierta al espectador que acude a la exposición de la galería. La oficina donde los trabajadores "especialistas de arte" esperan ansiosamente su feliz fin de la jornada laboral de cada día también está abierta hacia el final del local, sin apenas transiciones, de manera que hay que reparar en el cambio de ambiente luces (al parecer el ahorro de electricidad va por cuenta de los ojos de los espectadores), buroes atestados, ruido de ventiladores... para detenerse en seco y comprobar que aquella habitación no es parte de la muestra, que es "otra cosa". De ella sólo salen los trabajadores del local en este caso se trata de dos mujeres para a)poner a funcionar el video que sólo verá aquel que se decida a preguntar si el apagado del aparato se debe a una rotura del equipo; b)para expulsar a los visitantes que se encuentren aún dentro de la galería cuando los relojes de mano de estas trabajadoras anuncian las cinco de la tarde, hora oficial de cierre del centro.
Dentro-fuera. La exposición de Ulises Urra.
"Fuera de nada" tituló Ulises Urra esta muestra, en la que uno se topa al entrar a su izquierda con algunas columnas formadas por un solo libro: Manual del Miliciano de Tropas Territoriales, edición cubana de 1981. Acudí a la exposición por una frase, una frase histórica que mencionó el artista en su aparición en la entrevista promocional hecha por la televisión cubana a raíz de la exposición que comento. Decía que uno de los móviles de su muestra era esta frase de las Palabras a los intelectuales: "Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada".
El suelo de la galería se halla atravesado por líneas de papel que lo delimitan y circunscriben al plano conceptual de un terreno de operaciones. En las paredes, varias series de cuadros, agrupados por conjuntos similares en paredes independientes: serie que utiliza algunas imágenes ampliadas del manual como base de un colorido abstracto de técnica mixta que recuerda el grabado manual y la salpicadura; serie a cuyas imágenes del manual se les han sobreimpreso, en algunos sitios precisos, diferentes tipos de mirillas de disparo... Cada una de estas series es denominada según el membrete "Ejercicios", y designada con un número a la usansa de un libro de texto básico o manual: "Figura número tal: Ejercicios...". También hallamos en dicho terreno operativo una silla, que sorprende por ser el único objeto de la exposición aparte de lo que preferimos llamar manuales lúdicos, y de los cuales hablaremos más adelante, y que lejos de clasificar como un mueble de formas simples, utilitario y racionalista, es poseedora de un estilo que en un país signado como el nuestro por la ideología invasiba de las fronteras del individuo, que intentó reconstruir sobre las ruinas de antiguos límites nuevos trazados de terrenos a la usansa de un lenguaje de guerra bipolar, podría ser calificado sin miramientos como burgués.
De todo. La concepciones críticas de Urra.
Al final del recorrido de la galería por un plano estriado que parece aspirar al tamaño natural, sobre una especie de mesa, el espectador encuentra numerosos tomos únicos del mismo manual. Este ha sido adulterado, metamorfoseado, truqueado por el artista y sus ayudantes. El video, ubicado junto a estos ejemplares, nos devela mediante una sucesión de apariciones precedidas por el nombre en pantalla del personaje-ayudante que observaremos cortar, pegar y en definitiva rearmar un nuevo manual del miliciano confeccionado con recortes de diferentes materiales impresos, ya sean revistas extranjeras de moda y actualidad, fotos, revistas nacionales, etc. El artista aparece en pantalla persuadiendo para el trabajo a los aludidos ayudantes primero, explicándoles el "método de trabajo", y luego entrevistándose con ellos mientras ocurre el performance. Siempre en interiores, una muchacha, un travesti, un combatiente veterano, un trabajador de ponchera particular esos revestidores por medio de parches de goma de las cámaras averiadas de bicicletas que resulta ser mudo, una buzo nombre popular para los vagabundos que se sumergen en los tanques de basura en busca de sustento alternativo, son los entes elegidos. Con-fundiendo las fronteras entre el arte y la vida, entre lo culto y lo popular, Urra se vale de su lenguaje conceptual para proponer, por medio de la polisemia del discurso, límites móviles que canalicen el diálogo en torno a la diversidad dentro de la sensibilidad contemporánea.
Se despliega el rejuego desde la apropiación y el entrecruce de diversas construcciones históricas más o menos hegemónicas el lenguaje oficial de un Estado inmerso en una máquina defensiva, el lenguaje-glamour que se teje en torno a las estrellas de Hollywood, con otros discursos minoritarios como lo son el del homosexual, el mudo o la vagabunda.
El discurso de Ulises Urra reta, en el entorno de un coqueteo que parece caracterizar al arte postmoderno, y que se da entre la eterna moribunda modernidad y la neo-vanguardia, los tópicos de sujeto y subjetividad, genio y creación artística, así como los conceptos de autenticidad, originalidad y orígenes, todos ellos enmarcados en la fraseología institucional, corresponda esta al museo o a la tradición de las Bellas Artes. La obra homenaje a Tristan Tzara, uno de los fundadores del movimiento dadaísta, siendo nihilista por principio, y que no obstante se uniera más tarde a la Resistencia francesa durante la II Guerra Mundial para sumirse tras ella en una preocupación constante por la realidad, parece confirmar ciertas ambivalencias esteticistas. La palabra "vanguardia" oscilante entre sus connotaciones militares y artísticas, aparece pues antes nuestros ojos entre otras frases específicamente militares y menos ambiguas, dando a la muestra la gota de sal del auto emplazamiento artístico por medio de un discurso auto referencial del arte sobre el arte. "Ejercicios", titulación que hemos dicho presentan algunas de las series de cuadros, constituye también un gesto que acompaña este desapego irónico en la lúdica discursiva de Urra.
He aquí que en los ejemplares "armados" por manos individuales del manual miliciano, encontramos de todo. Collage grotesco de prácticas culturales, estos objetos-instalaciones, una de las propuestas más interesantes de la exposición, no logra sin embargo superar la mera burla y, desbordante de choteo, se abstiene de llegar a consumar una propuesta artística alternativa. Son precisamente estos manuales de "coller" lo que dinamita la muestra, dejando la impresión más fuerte al espectador: la chocante superposición y encajamiento de imágenes varias, que se quedan dando vueltas sobre sí mismas, sin mezclarse, fijas y carentes de resemantizaciones posibles... No hay pie a la confusión: si alguien nos pregunta, podemos responder fácilmente: "¿qué hay en esos cuadernos rearmados?", "hay de todo: estrellas de cine, prácticas militares, fotos viejas de aviones, de barcos, propaganda consumista, etc.". Las partes no se fusionan para engendrar a terceros. No ha habido transmutación, nadie se puso nervioso.
Notas:
(1) Es de mencionar además, que una vez que ya se está delante del material fílmico que forma parte de la muestra, los cristales desnudos de la galería se reflejan irremisiblemente en la pantalla del televisor, introduciendo al documento visual del artista una muchedumbre que espera ansiosa su ruta en lo que suele ser una parada de ómnibus pocas veces vacía; más los niños que aprovechan los portales para deslizarse en carriolas inventadas una y otra vez frente a nuestros ojos que pocas veces lograrán conservar la espontánea concentración. Este espectáculo es también sonoro puesto que con el objetivo de suplir la falta de ventilación del local la puerta de la galería permanece abierta dejando pasar al interior todo el ruido ambiental que la rodea. Aún así este se ve matizado a su vez al menos mientras duró mi visita por una estruendosa conversación entre el custodio y una mujer que acudía a ratos a su encuentro.
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